La cocina ha saltado de los fogones a la literatura con novelas que la sitúan en el corazón mismo de la acción. Proponemos dos títulos de cara al verano

La escritora de Reus Coia Valls une cocina y novela histórica en su última novela La cocinera (Ediciones B en castellano y catalán). Está ambientada a finales del siglo XVIII y tiene como protagonista a una joven de 16 años, Constanza Clavé, una muchacha que abandona su Lima natal después de la muerte de su padre, para viajar a Barcelona, donde viven sus abuelos. En un maleta lleva la única herencia que le ha dejado su padre: un cuaderno de recetas del primer maestro en la corte peruana, el chef Antoine Champel.

La novela, rellena de olores y sabores, nos sitúa en la época del Baró de Maldà, considerado el primer gastrónomo de la época, en el marco de una ciudad que contempla de lejos los sucesos que sacuden Francia: la Revolución Francesa.

También muestra esta chica que, dotada para la cocina, intenta abrirse camino en un mundo totalmente masculino.

La novela está dedicada a Carme Ruscalleda «como cabeza visible de las mujeres anónimas que han hecho de la cocina su vida y se han esforzado durante generaciones para convertirla en un arte y mantener su esencia.»

Para aquellos a quienes les guste la novela negra y la cocina, su libro será El bouquet del miedo, de Xabier Gutiérrez, editado este año por Destino. El autor nacido en San Sebastián (1960) es cocinero, psicólogo y escritor. Conoce bien el mundillo culinario del país porque desde 1990 dirige el departamento de innovación del Restaurante Arzak en San Sebastián. El bouquet del miedo es la segunda entrega de la serie noir gastronómico que inició el 2015 con El aroma del crimen. El protagonista es el subcomisario de la Ertzaintza Vicente Parra que, en este nuevo caso, debe introducirse en el mundo del sector vitícola, puesto que hallan un cadáver de una de las enólogas más prestigiosas del La Rioja.

Gutiérrez va desgranando la intriga al mismo tiempo que retrata la litúrgia que hay detrás de la elaboración del vino, pero también el mundo de la televisión y los programas de plein time, donde los egos y las ambiciones parecen no tener límite.